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jueves, 3 de septiembre de 2015

Siria y la desmemoria

El ‘monario’ hoy me lo ha calentado la moral distraída del gobierno español con la respuesta que ha dado a la solicitud de acogida en nuestro país de refugiados sirios, personas que intentan salvar lo único que les queda: la vida. Aunque me temo que de una forma u otra acabarán siendo convertidas en un negocio rentable para algún ‘amiguete’ de turno cercano al poder en la Gran Europa, que cómo no, a mí corto entender es la mejor forma de convertirse en cómplice y actor necesario que valide las acciones del grupo integrista llamado Estado Islámico, autoproclamado califato con la loca idea de crear un imperio bajo su desmedida sinrazón, apoyados por un ejército de fanáticos que no sé cuantificar en número; las cifras bailan entre  50.000 y 400.000 yihadistas califales los que componen esta nueva forma de sembrar el terror, campan a sus anchas por esos territorios a los que tanto debemos el resto de la humanidad. Lo triste, ilógico y desesperante para el pueblo islámico y para el sentido común, es que sea  a sus propios hermanos en la fe a los que están infligiendo el mayor daño físico y moral con su dinámica exterminadora. Contemplo con indignación las mareas de seres humanos que huyen de la fuerza infernal de los yihadistas y me pregunto si de verdad nadie puede o quiere parar esta barbarie. Si el mundo globalizado en el que vivimos ha sido capaz de ingeniar inventos tan portentosos como para rastrear el Universo en busca del origen de la creación, me cuesta creer que no disponga de los medios necesarios para localizar y detener a esta plaga desestabilizadora que tanto sufrimiento inútil está causando.