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viernes, 11 de septiembre de 2015

Algo grande está sucediendo.



Las imágenes que se vienen produciendo los últimos días motivadas por el éxodo del pueblo sirio y su llegada en masa a los pueblos de Europa merece una reflexión, que esta vez sí, a mi Monario le causa emoción de la buena.
Creo que los dirigentes políticos y los dirigentes religiosos de unos y otros credos deberían escuchar y observar para aprehender de los que está sucediendo entre sus ciudadanos, pues la lección es bien sencilla: por encima del credo, de la ideología y de las fronteras o alambradas existen personas con necesidades extremas a las que hay tender la mano sin esperar nada a cambio. Eso es lo que está sucediendo a pesar de los políticos; el pueblo alemán a la cabeza, el griego a pesar de sus propias penurias, el húngaro a pesar de su líder xenófobo, etc., etc., reconforta ver que a las ciudades a las que llegan los refugiados sirios es el pueblo, la gente de la calle, padres y madres de familia los que salen a ofrecer una manta, un par de zapatos o simplemente una sonrisa y una palmada de ánimo. Ojalá que esta ola solidaria entre seres humanos no la desvirtúen ni los políticos ni los representantes de la fe. Ojalá que el mensaje que se está poniendo sobre la mesa por parte de la gente de la calle sea una ‘ley’ que no tenga vuelta atrás: todos somos iguales cuando nos desnudamos de la fe y de la ideología. Basta ya de manipulación, de intereses, de políticas inútiles, de insolidaridad, de cruzadas de fe.